El Peregrino

Durante la

miércoles, 14 de enero de 2009

Un día especial

Estimados amigos y lectores tengo el honor de presentaros una de mis primeras obras de escritura lírica, he aquí que os presento un pequeño cuento, espero sea de vuestro gusto, admito que mí pluma no es la mejor pero espero poderos dejar un gusto suave y melancólico en esta historia.

Un día especial

Desperté con la campana de mí despertador, era viernes, un viernes de otoño con su estilo nublado y hasta casi con niebla, dependiendo de cómo se veía.
Recordé que tenía que poner a cargar la batería de mi cámara para salir a tomar algunas fotos. El estado del tiempo decía que iba a ser un día nublado y frío, tal cual lo había imaginado. Me quedé viendo un par de noticias en un televisor viejo que estaba, para variar, con mala señal y casi siempre en blanco y negro; debo haberme abstraído mucho en eso, tanto que el café me quedó horrible, seguramente se hirvió sin que lo notara.
Finalmente me abrigué y tomé mi cámara, la calle estaba casi sin gente, todos tenían la muerte en la mirada, esa desolación que trae la temporada de lluvias, como si a todos se les hubiera apagado el corazón.
Nunca tomé mejor las fotos, todo el ambiente parecía estático, como si se hubiera detenido el tiempo. La gente avanzaba sin rumbo, pero entre la pequeña multitud me distrajo una joven con unos ojos que me impactaban; al acercarme aprecié su aire de alegría en la mirada, si, eso seguro me distrajo, mientras toda la gente parecía ensimismada, ella miraba a todos lados, pensé que era una visión, pero solo fue una impresión, en ese instante tomé mi cámara y sin pensarlo mucho enfoqué y tomé la foto, era bella, con su ombliguera roja, sus jeans apretados, una chamarra de mezclilla con piel de borrego, sus ojos alegres y saltones color avellana y una botas medianas color tabaco.
Más tarde en mí casa tomé ahora sí un buen café bien hecho mientras bajaba las fotos a mí computadora, pero no pude dejar de pensar en la joven sonriente y de pelo rizado, a cada momento me consumía más la idea de salir a buscarla; hasta que no aguanté más me di un baño, me puse mis botas, unos jeans , me puse mi camisa negra favorita; el frío seguía y las calles estaban despobladas, pero algo me decía que siguiera adelante, al doblar en la esquina vi una cafetería de corte europeo, algo me decía que allí la encontraría.
Me pedí un café irlandés, más que nada por el frío ; estaba con la vista perdida en la calle, cuando la vi pasar al lado de mí mesa, con la misma alegría que me había atraído .
Nunca me hubiera fijado de quien era, hasta que la vi con un delantal blanco, era la camarera de la cafetería, y nunca me había dado cuenta, pensé que jamás la volvería a ver, y nunca me di cuenta que siempre estaba allí. Me puse a hablar con ella y me dio su dirección y su teléfono, yo estaba extasiado viéndola, ¿cómo nunca me había dado cuenta de su presencia, cómo nunca me había impactado su alegría? ¿sería acaso que también yo estaba invadido por ese aire de melancolía que tenía el resto de la gente?.
Algo aprendí, y es que hasta el día de hoy yo también estaba hundido en esa
Melancolía con que veía a la gente, con ese vacío de muerte que veía en sus miradas, y con esa desolación que solo trae la falta de amor.
Al salir me sonrió y dijo:-trabajamos de Viernes a Domingo de 8:00 a 11:00, vuelva cuando quiera- yo estaba dispuesto a volver el siguiente viernes.