El Peregrino

Durante la

jueves, 20 de enero de 2011

Sobre una ida y una vuelta...

Hoy escribo (como ya otras veces hice) desde lo más interno de mi corazón, desde ese hueco de melancolía que parece nunca sanarse,  como una herida que jamás se termina de curar, a veces pareciera que uno encuentra un bálsamo en el tiempo, pero tarde o temprano se da cuenta que todo sigue allí, y que desde lejos le eleva la mano como un amigo que saluda a otro después de mucho tiempo sin verse.
Partí una vez más hacia mi tierra, hacía ya varios años que no me presentaba y era necesario mi retorno, pasé un par de días entre familiares y recuerdos, recorriendo con encanto aquellas calles que me vieron nacer, aun cuando sepa que ellas no me vieron crecer.
Todo parecía recibirme con gran alegría, cada cosa parecía darme la bienvenida y un abrazo por mi retorno, sin embargo no todo fue tan bello; quizás por falta de madurez nunca lo noté, quizás nunca quise verlo, pero pasaba allí también, había decadencia, había conflictos, había dolor... durante el tiempo que estuve no pude entender como algo que parecía tan lejano ahora se enfrentaba cara a cara conmigo, el volver a mis inicios solo para descubrir que también allí había pasado el tiempo, quise huir, irme lejos, pero comprendí que si me había enfrentado a problemas estando en mis viajes también podría enfrentarlos en mi propio lugar, descubrí que cierta era la frase "nadie es profeta en su tierra" pero también descubrí que si los problemas me persiguen es porque me necesitan, necesitan que los resuelva, que los conozca y atienda, y si no puedo hacer nada de ello tan si quiera que esté presente y que los acompañe, descubrí que los problemas son memorias que van reviviendo de a poco ese pasado que alguna vez tuve y que el destino me arrebató...
Descubrí cara a cara quién soy al ver donde nací y entender en lo que me convertí, para sorpresa mía seguí siendo el mismo que si nunca me hubiera ido, aunque mi cuerpo recorra calles transitadas o campos lejanos, mi alma sigue entre esos barrios y suburbios abandonados, entre esas viejas fábricas que la decadencia económica cerró, entre esos parques con juegos de colores y arboles por todos lados, entre las calles solas en medio de la noche, las luces de las carreteras en el campo y el tibio calor de un crepúsculo de verano...
Mi historia no acaba aquí, maravillado ante este desfile de cosas, y golpeado por memorias y el tiempo deambulé por mi tierra como un ser extraño y ausente, cuando por fin mi cuerpo logró encontrar a mi alma entre las viejas calles solo alcanzaron a verse desde lejos, una mirada melancólica perdida entre una suave lluvia, un beso lejano entre una brisa y una mano saludando desde un cielo multicolor, quise que durara más pero no pude, mi destino aún no me permite vivir allí, descubrí una gran verdad, la vida se reduce a muy pocas cosas, una sensación que muestra la melancolía de lo que pasó y la espectativa de lo que vendrá, extraña sensación que envuelve día a día mi ser...
Ahora me encuentro de vuelta en mi "hogar" aquél bello lugar con amigos, y gente que me quiere, un país entero que me abre las puertas como a un hermano y me da esperanzas de un mañana mejor... agradezco todo esto, pero no importa si el mañana será mejor o peor, lo que importa es lo que pude aprender con mis viajes, y lo que ven da con los que tenga. Mi esperanza yace en volver, volver para enfrentar esos problemas, volver para luchar como lo he hecho en otros lados, para gritar al abismo, para observar atardeceres y puestas de sol, para dejarme inundar por una realidad latente, y que mis recuerdos se formen en filas para levantar mi puño cuando yo no pueda..., para cantar bajo el rocío de la tarde, callar ante la fresca lluvia de verano, correr descalzo por entre los pastos altos del campo, y, de ser posible susurrar palabras de amor a un oído al contemplar la noche clara y sus estrellas, las tres Marías, y la Cruz del Sur...
Todavía tengo muchos viajes por hacer, muchos lugares que conocer y cosas que hacer, pero de a poco el destino parece acercarse, como en una especie de coqueteo insoportable buscando ver hasta donde puedo ceder (claro, como si fuera a hacerlo) pero no me importa, estoy seguro de algo: correré por los pastos altos y las enormes praderas por siempre, mis murmullos se escucharan tras las cansadas paredes antiguas, mis gritos por entre los suburbios decadentes, y quizás un penar entre la lluvia, volaré por sobre esa ciudad de furia y repartiré esperanza y amor, me desnudaré entre las calles azules para entregarme a las pasiones más bellas, caeré entre vuelos fugaces para levantarme de entre mis cenizas... pero sobre todo volveré, Buenos Aires se que me verás volver, lo sé, Buenos Aires me veras volver...