El Peregrino

Durante la

viernes, 29 de mayo de 2009

Los Escritores del Frente

Queridos camaradas, aquí he encontrado un escrito en una revista Argentina que creo puede ser de gran interés para vosotros, he aquí que os pido que os citéis en la España de 1936 con un Franco facista dando un golpe de estado y con Hitler en Alemania. Este artículo salió publicado en la revista VEINTITRÉS N-559, Año 11 época II el 19-3-09,escrtio por: Diego Rojas, páginas 78 a 80. Espero lo disfrutéis. 
Ofrecieron sus obras, dsicursos y vidas al servicio de la República. Desde Hemingway hasta Octavio Paz, pasando por Miguél Hernandez, los intelectuales tomaron partido. A casi setenta años de la derrota, surge un panorama de cuestión... Nunca una guerra interna provocó tanta solidaridad internacional. Más aún, Nunca antes un conflicto convocó a tantos artístas, escritores e intelectuales a pronunciarse, a marcar posición, a intervenir, e incluso a dejar sus vidas en la batalla. La Guerra Civíl Española no sólo fué el escenario del enfrentamiento armado entre los defensores de la República y la reacción franquista, sino que se convirtió en el campo bélico en el que, de un lado se peleaba por la libertad y un proyecto político revolucionario y, en el otro, se esgrimían consignas como "Muera la inteligencia", una definición tajante de sus ideas. el núcleo central de la creación artística de la primera mitad del siglo XX estuvo presente defendiendo la perspectiva libertaria. El 17 de júlio de 1936, Franco decretó el golpe de Estado que pronto dividió al país entre regiones fieles al gobierno y seguidoras del general sublevado. En los lugares donde el franquismo lograba afianzarse, pronto todas las medidas progresistas se revertían y volvía a la centralidad la Iglésia Católica. Y comenzaba la persecución. Sin que hubiera pasado un mes de acuartelamiento, fue detenido en Granada el poéta Federico García Lorca, que trabajaba difundiendo la cultura popular a través de La Barraca, una compañia estatal de teatro. Tiempo antes de haberlo declarado: "En Granada se agita la peor burguesía de España." Fue detenido y, sin explicaciones, juicio ni clemencia, fue ejecutado y enterrado en una fosa común. Habáia empezado la represión a los intelectuales. El espíritu era uno: no se podía permanecer indiferente. Incluso no podían hacerlo quienes así lo hubieran querido. Nadie hubiera reputado a Miguél de Unamuno, rector de la universidad de Salamanca, un revolucionario. Al aceptar el cargo de concejal dijo de hacerlo "en defensa de la civilización cristiana". Pero la honestidad intelectuál pudo más que su desición de mantenerse al margen. En un acto en la universidad, al que aceptó ir Carmen Polo, esposa del golpísta Francisco Franco, el general Millán Astray defenestró a la República, enalteció a las tropas alzadas y culminó su discurso con la frase:"¡Viva la Muerte!". Unamuno se levantó, tomó la palabra y dijo: "Acabo de oir un grito necrófilo y sin sentido. (...) Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenés sobrada fuerza bruta. Pero no convenceréis porque para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha. Me parece inútil pediros que penséis en España. He dicho". Nadie ahí había osado hasta ese momento a endilgarles, en sus propias caras, semejantes declaraciones. Ese mismo día Unamuno fue destituido como concejal. Un día después Franco lo expulsó de la universidad. Dos meses después, moría en su casa de la que casí no salía. No fue reacción corporativa, sino una forma militar por el futuro. Los escritores no acudieron a España de manera masíva para defender a sus colegas de los ataques del franquismo. Se hicieron presentes en las líneas de fuego yá que en España se jugaba el porvenir del mundo. Mussolini gobernaba desde hacía una década en Itália y Hitler gobernaba Alemania desde 1933 (la defensa de la España libre era un deber respecto del ofício artístico, ya que en 1935 Hitler declaró "La misión del arte no es acercarse a la podredumbre ni describir al ser humano en estado de putrefacción". Luego sobrevendrían las muestras de "arte degenerado"y la destrucción masíva de de las obras expuestas). El gobierno del Frente Popular español significaba un destello de esperanza socialista frente al avance facísta en toda Europa t frente a la devastación que la crisis económica mundial provocaba en todos lados. En 1935 se celabró en París el Congreso de Escritores que, entre sus resoluciones, decidió conformar la Asociación Internacional de Escritores en Defensa de la Cultura, cuya mesa ejecutiva integraban, entre otros, Thomas Mann, Máximo Gorki, Bernard Shaw, Aldous Huxley y Sinclair Lewis. Un mes después de la primer reunión pleanria, estalló la rebelión franquista y rápidamente los escritores se pronunciaron a favor de la República. Decidieron llevar adelante su congreso en Valencia como signo de solidaridad concreta con los españoles. Ya durante el fragor de la guerra civíl, se inauguró el 4 de Julio de 1937 el Congreso con la presencia de los franceses Louis Aragon, André Malraux, y Tristan Tzara; los soviéticos Ilya Ehrenburg y Alexis Tolstoi; los alemanes Bertolt Brecht y Heinrich Mann; el inglés W.H. Auden; los estadounidenses Malcom Cowley y Langston Hughes; el mexicano Octavio Paz; que tenìa 23 años , los cubanos Alejo Carpentier y Nicolàs Guillèn; el peruano Cesar Vallejo; el argentino Raùl Gonzàlez Tuñon; los chilenos Vicente Huidobro y Pablo Neruda (que màs tarde ayudarìa a los exiliados españoles)y los locales Rafaèl Alberti, Marìa Teresa Leòn y Antonio Machado, entre muchos otros. El dìa de la inaguraciòn del encuentro la aviaciòn franquista bombardeò Valencia: la reuniòn no era inofensiva, caracterìstica que suelen poseer los convites de los intelectuales. (De cualquier modo, es necesario recordar que Andrè Guilde, presente en el Congreso fue expulsado ya que meses antes habìa publicado Regreso de la URSS, donde ponìa en duda su total adhesiòn al règimen soviètico.) El traslado del COngreso a Madrid y a Barcelona y su cierre en Parìs lo transformaron en un foro activo de denuncia, en una tribuna de resonancia internacional para expandir la causa republicana. No debe olvidarse que tan sòlo Mèxico y la Uniòn Soviètica se atrevìan a venderles armas a los demòcratas españoles. Ni siquiera el socialista francès Leòn Blum se atrevìa a romper el bloqueo. Luego del triunfo franquista, los exiliados pudieron ver en las carreteras toneladas de municiones que, dirigidas hacia España, permanecìan detenidas a la vera del camino. Muchos se preguntaban què habrìa pasado si los socialistas franceses hubieran actuado con valor.
Pero no sòlo con manifiestos los intelectuales durante el conflicto. Ernest Hemingway llegò al escenario bèlico como corresponsal de guerra y cumpliò su rol llegando a los lugares màs peligrosos des frente. Plasmò su experiencia española en la gran novela "Por quièn doblan las campanas". Un rol semejante desempeño Antonie de Saint Exupèry, el autor de "El principito" y aviador, quièn cumpliò como enviado de guerra de los diarios parisìnos. El mismo papel cumpliò el argentino Raùl Gonzàlez Tuñon quièn, al mismo tiempo, era condenado en Buenos Aires a la càrcel por la publicaciòn del poema "Las brigadas de choque". Las fotos màs impresionantes de la configuraciòn fueron tomadas por Robert Cappa quièn recorriò el frente junto a su compañera Gerda Taro, quièn muriò en un accidente mientras cumplìa su papel de capturadora ìntima de la realidad. El pintor mexicano David Alfaro Siqueiros se uniò a las milicias de las Brigadas Internacionales y enfrentò con su fusìl a las tropas sublevadas. El escritor inglès George Orwell se incorporò a las milìcias del troskista POUM. Hizo una detallada obra sobre su paso por la guerra civìl bajo el tìtulo de "Homenaje a Catalunya". Orwell combatiò en las mismas trincheras que el poeta surrealista Benjamin Pèret. Andrè Malraux organizò una escuadrilla de aviaciòn republicana comformada por franceses, voluntarios y profesionales que llegaron a alcanzar el nùmero de 130 combatientes, que cumpliò el rol fundamental en la guerra aèrea. El gobierno le otorgò el grado de teniente coronel. La "esperanza" es la obra en la que se volcò su intervenciòn en el conflicto.
Pero el artìsta perdura en su obra, y tal vez allì deban buscarse la intensidad con que marcò el conflicto a quienes lo presenciaron.
La obra emblemàtica del periodo es el " Guernica", de Pablo Picasso, que intenta mostrar la barbarie de los bombarderos nazis sobre las ciudades españolas. Lo logra con estremecimiento estètico. Cesar Vallejo asistiò al desastre que el facismo crenìa sobre una España que querìa dar a luz a una sociedad nueva. Fue un activo militante de la causa pero, sobre todo, la tradujo a su matiz estètico, a su honda poesìa:"...si las fèrulas suenan, si es de noche/si el cielo cabe en dos limbos celestes, /si tardo, / si no veis a nadie, si os asustan/ los làpices sin punta, si la madre/ España cae- digo, es un decir-/ salid, niños, del mundo; id a buscarla!...".
Miguèl Hernandez era un campesino que supo amar las palabras que aprendiò mientras leìa y pastoreaba en los humildes campos paternos. Asì llegò a escribir el impresionante poèma "Elegìa", una oda enorme a la amistad, al amor. Cuando estallò la guerra se enlistò en las milìcias. Luego de la derrota fue perseguido con crueldad por el franquismo. Condenado a muerte , su pena fue fue conmutada por otra de treinta años de prisiòn. El autor de: "Quiero escarbar la tierra con los dientes, / quiero apartar la tierra parte a parte / a dentelladas secas y calientes. / Quiero minar la tierra hasta encontrarte / y besarte la noble calavera / y desamordazarte y regresarte", murió en las mazmorras franquistas, que le habían reservado las peores condiciones. Sufría de bronquítis, tuberculósis y tífus. Tenía tan solo 31 años. El facismo le arrevató la vida. Pero como tantos, había sido un artísta que entregó sus días a una causa justa. Son, en conjunto, un emblema de orgullo de la humanidad.





lunes, 25 de mayo de 2009