El Peregrino

Durante la

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Es necesario destruirse uno mismo...-

Es necesario el destruirse uno mismo, sin ayuda de nadie...
Es necesario romper cada espacio y debastar lo más profundo del ser, acabar con la vida existente para comenzar una nueva.
Es necesario olvidar el pasado, dejar atrás todo el lastre que nos impide avanzar, de ser necesario también dejar nuestro cuerpo para conseguir uno mejor; es necesario debastar nuestra mente, acabar con los ideales impuestos para formar nuevos, olvidar todas las enseñanzas del pasado y empezar como si fuera una nueva vida, es necesario morir como uno es para poder vivir de nuevo, destruirse a si mismo, pero sólo, sin ayuda de nadie, nadie debe colaborar en esa destrucción personal dado que en cierta manera todos colaboran, el entorno, nuestros pensamientos, las experiencias día a día son suficiente como para desgastarnos como se desgasta una piedra al frotarla con arena, de la misma manera tenemos que destruirnos, destruir todo lo que somos para construir lo que seremos, morir para alcanzar un horizonte más grande en una vida nueva.
Es necesario romper esquemas, destruir pilares, montar nuestro caballo y dejar que nos lleve por su corriente de delirio sin saber a donde vayamos, avanzar hacia aquello que no conocemos, dejando atrás todo lo conocido, necesitamos morir para renacer entre las cenizas, destruirnos para reconstruirnos en tres días.
Somos imagen y semejanza de Dios y debemos comportarnos como tal, no podemos conformarnos con lo que la vida común nos da, es necesario que deseemos más, que deseemos llegar más alto, afrontar nuestros propios límites para destruirlos y alcanzar con ello alturas nuevas, debemos aspirar a elevarnos sobre nuestra condición mundana del día a día para hacernos eternos, para mantener una constante inconstancia, reinventarnos, reformarnos, revolucionar perdiendo todo lo que había en el pasado para alcanzar lo que el futuro nos pueda traer.
Debemos destruir nuestro pasado, vivir varias vidas, cada una con su digna muerte, solo así alcanzaremos a elevarnos sobre lo que somos, dejaremos de ser mundanos y mortales para convertirnos en eternos e inmortales, nuestro cuerpo podrá morir, pero nosotros nunca lo haremos, porque siempre estamos cambiando, siempre mantendremos una constante inconstancia.
Si nos aferramos a la vida en la que estamos nos perderemos al filo de la eternidad, la única manera de salvarnos es esa, destruirnos, saltar al infinito, a todo eso a lo que tememos, olvidar todo lo que somos y fuimos, dejarnos guiar por nuestros propios pies a donde sea que estos vayan, con la esperanza que cualquier ventura o desventura es solo parte de este cambio, debemos tener fe en el cambio, en la destrucción de uno mismo, en el olvido de lo que somos y fuimos para renovarnos.
Todo lo que quiera conservarse se olvidará, se volverá viejo e incapaz de funcionar, hay que ser anacrónicos, dejar nuestra existencia como pensamiento de una época determinada, traspasar la barrera del tiempo y el espacio para ser eternos, para renovarnos aún cuando ya no podamos hacerlo, adelantarnos a lo que vendrá y saber lo que pasó, recordar nuestras vidas anteriores solo como un proceso y un aprendizaje, pero no guardar ningún tesoro de ellas, todo lo que nos ate al pasado nos impidiera ver hacia adelante.
Cuando se han cumplido todos los objetivos y todos los sueños van en boga significa que es tiempo de adentrarse en tempestades, sin saber bien lo que uno busca, solo buscar por buscar, encontrar un sentido a lo que uno hace, de tal manera que la realización nunca sea completa porque eso nos haría ser constantes, si todo fuera como deseamos y estuviéramos felices con lo que somos nos volveríamos constantes y nos estancaríamos como una roca al chocar contra otra, hay que ser como el agua, que fluye, mansa cuando no se le turba y mortal cuando se le sacude, fluir como el gua que con su paso desgasta rocas y paredes, que a su paso deja huella de lo que era y sin embargo se renueva para ser algo más, que se adapta al ambiente y al entorno.
Seamos pues  como el agua, constantemente inconstantes, renovemos como  el ave fénix al arder, destruyamonos para reconstruirnos en tres días como lo hizo Cristo, esa es la única manera de vivir al máximo, vivir a cada momento, teniendo los aprendizajes de nuestro paso en el pasado y teniendo la mente abierta para el futuro, destruyendo nuestras ataduras y antiguas enseñanzas, nuestros viejos ideales para alcanzar nuevos, siendo eternos y anacrónicos.
Solo así podremos vivir la eternidad sin problemas, solo así los cien años nos serán poca cosa, solo así lograremos trascender lo que somos para ser algo más y dejar nuestra huella en el camino.