El Peregrino

Durante la

miércoles, 26 de noviembre de 2014

Apatía de la existencia

Apatía al haber perdido las palabras, al no encontrar canto que entonar cuando lo único que se busca es cantar en si.

Apatía ante la niebla que todo lo cubre perdiendo el rumbo del aquí y ahora, apatía por el pasado y desdén por el futuro, un vaivén perdido en la simple existencia, insoportable la levedad del ser. 

Escribir frases solo al viento esperando este traiga respuestas de dudas hace tiempo olvidadas, encontrar que los dones se esfuman con el paso de los días ante la agonía sutil del vivir cada día. Es una desesperación constante el ver lo que fue, lo que puede o no ser, el deseo latente ante un camino desencantado que se niega a ser andado, presente efímero que en un instante eterno se  transforma en pasado y olvido, lento andar de gigante taciturno que inminente marca aquello que los mortales llaman tiempo.

¿Deseo suicida? no, ¿impulso a una nueva vida? quizás, es difícil entender lo que sucede cuando la mente se nubla y se estancan los pensamientos, aunque se avance cada día la jaula se torna más y más chica hasta que se colapsa en el cuerpo de uno y empieza a consumir sus entrañas y todo aquello que se dice "puro". ¿Es que acaso se ha perdido la humanidad a lo largo de la existencia? no es el mundo causa de tal desastre sino el mismo hombre que es dueño de sus pensamientos, lenta involución y dependencia como si una luz se hubiera apagado dejando solo el humo de una existencia sin calor.

Quizás una de tantas vueltas al pasado haga de una memoria un pensamiento, es necesario quemar la tierra y removerla para que nuevas plantas, nuevos frutos, quizás sea necesario remover la mente y el cuerpo, destruir todo lo existente tras las llamas de una esperanza que se alumbra pequeña y tenue como una estrella perdida en la oscuridad.

¿Porqué? ¿Porqué es así? resuenan miles de palabras en su mente, gritos secos por el polvo que los cubre, claman como fantasmas queriendo levantarse de su tumba pero ¿que puede sacudir las flores del camposanto cuando las ataduras han corroído los cadáveres?

En el fondo una voz lejana llama, aquel que a lo lejos mira sin mirar acompañando una unión en medio de la oscura soledad; ahora es un recuerdo resonando que lentamente sacude lo que queda de tiempo en la existencia. ¿Es acaso el universo el que confabula alrededor de semejante locura? no es posible, es uno mismo el que forja los grilletes y se nubla la vista ante el resplandor de nuestros días.

Estar atado entre cuatro paredes forjando ideas que pudieran sacudir los cimientos de la humanidad mientras el cuerpo se cubre de moho y desperdicio, cadáver hermoso de un instantáneo y titilante quizás. La duda que consume todo valor humano, no hay peor guerra que la que se libra en contra de la naturaleza de uno mismo, pero solo esta puede librarnos de tan terrible enemigo. ¡Qué la vergüenza no te tome desprevenido, este cadáver aún se mueve!.

Tal vez la apatía no lo sea todo... 
Tal vez sea el miedo el que sacude las almas y las inmoviliza cual veneno de animal ponzoñoso, y en medio de oscuridad y espesa bruma clama maldiciendo el día que dejo de brillar. Pero bendito es el día en que movido por una tenue ilusión el violín se vuelve a pulsar, bendito es para aquellos que nada han perdido sino su ser mismo y a tientas lo buscan como un desgraciado en la oscuridad.
No la apatía no lo es todo, algo suele haber detrás de las letras desordenadas, en un rincón lejano se tejen hilos que es imposible cortar; no podemos decirnos salvados, sería ingenuo y superficial tales palabras; el hombre debe luchar contra su naturaleza por el resto de sus días y solo al filo de la muerte, cuando esta le alcance como consuelo y descanso podrá ver que su lucha constante fue la que le salvo.


1 comentario:

  1. Hermoso. Puedo leerlo cada día de mi vida sin que me deje de parecer magnifico.

    ResponderEliminar

Si llegaste a este blog, es porque tú también tienes algo que contar, alguna memoria dentro de tu ser... muestrala